miércoles, 12 de diciembre de 2012

Los 80, la postmoderidad


Toda esta nueva historieta responde a una mezcla de la fascinación del antiguo material folletinesco con los armados de las nuevas técnicas audiovisuales, todo esto fusionado con la parodia de los clásicos que se arrastra de la década anterior, la sátira política y el “destape”. Así, la historieta deja definitivamente de ser el terreno de lo ingenuo o del entretenimiento puro para llegar a un campo estético e ideológico que, necesariamente, debe responder a una realidad local, que el lector debe conocer o reconocer sin dificultad. 
Indudablemente, todo esto tiene que ver con el fenómeno de la postmodernidad que, aunque tarde, llega a la historieta nacional, si bien se había hecho notar, muy de a poco, en algunas producciones de los años setenta. Esta nueva estética postmoderna, con su discurso antiutópico, inscribe definitivamente la historieta argentina en una temática que ya no puede ser ingenua (los chicos debieron “crecer” mentalmente para comprender historias que, incluso, fueron teóricamente pensadas para un público muy joven) ni exótica. El “cambio de domicilio” de la aventura se ha terminado de realizar.
Se ha dicho que la postmodernidad nace de una “subversión artística”, y la historieta argentina, subversiva por naturaleza a partir de los años cincuenta, era el más propicio de los terrenos para albergarla. Otra de las características postmodernas, que implica el rechazo de lo “nuevo” como “novedad” pura, concepto que endiosó la modernidad, hace que vuelvan a tomarse como modelo los grandes exponentes de la historieta argentina, dejando de lado la moda de “lo negro por la negrura misma” o “lo violento por la violencia misma”, predominantes en la historieta norteamericana y desprovistos de denuncia o de compromiso con una realidad propia. Todo esto, sumado a que la apertura democrática permite en nuestro país volver la mirada hacia temas y autores que habían quedado obligadamente silenciados.
No olvidemos tampoco que la postmodernidad reemplaza la visión permanente hacia el futuro que la modernidad nos había impuesto, por un presente continuo que justifica este nuevo enfoque de la ciencia ficción, en la que el futuro debe apoyarse necesariamente en un presente tangible.
Evidentemente, toda esta “nueva moda” desencadena un aluvión de producción, muchas veces caótica, que no tuvo demasiado lugar en las publicaciones clásicas de Columba, que se mantenían en el mercado, ni en Skorpio, y ni siquiera en Fierro. Los “artistas” nuevos, casi siempre muy jóvenes, ante la imposibilidad de hacer conocer sus trabajos, y de dar su opinión en notas críticas, crean publicaciones subte, no comerciales, hechas en fotoduplicación y distribuidas “a pulmón” (en algunas ocasiones, hasta casa por casa y en forma gratuita), que se conocen en el medio con el nombre genérico de fanzines, algunos sólo con material de historietas, otros sólo críticos, los más una mezcla de ambas cosas. Entre estos proyectos paraprofesionales, verdadero semillero de la historieta de hoy en día, podemos destacar Undercomix yNovacomix (Careaga / José Luis Martín), HGO y Parásito (Daniel Ortiz / Jorge Fantoni), Comiqueando (Andrés y Diego Accorsi, que después se convirtió en una revista de culto, que llegó a tener edición mensual y a distribuirse en Latinoamérica y España), Buenos Aires Robot (Ralveroni / Dani the O / Mariano D’Angelo); etc.


Por otra parte, sobre todo el efecto de la localización, hace que las “transposiciones” de la literatura a la historieta, modificadas por la nueva moda y esta nueva estética postmoderna, se trasladen definitivamente a la literatura argentina, hasta ese momento dejada un poco de lado en aras de la literatura universal. Así, podemos rescatar el inmejorable ejemplo que nos da nuevamente Fierro con una serie tituladaLa Argentina en pedazos, más tarde recopilada en un libro, con estudios críticos de Ricardo Piglia, con recreaciones de “El matadero”, de Esteban Echeverría, con dibujos de Enrique Breccia (Fierro nº 1); “Los Dueños de la Tierra”, de David Viñas, también con dibujos de Enrique Breccia (Fierro nº 2); “Mustafá”, de Armando Discépolo y Rafael de la Rosa, con dibujos de Enrique Breccia y guion de Norberto Buscaglia (Fierro nº 3); “Las Puertas del Cielo”, de Julio Cortázar, con dibujos de Carlos Nine y guion de Norberto Buscaglia (Fierro nº 6); “Boquitas Pintadas”, de Manuel Puig, con dibujos de El Tomi y guion de Manuel Aranda (Fierro nº 23), etc., o “Triste, solitario y final”, de Osvaldo Soriano, con dibujo y adaptación de Sanyú, aparecida por entregas en Superhum®, a partir del nº 8, de junio de 1981.
Otros hechos que podemos destacar son:

  • en 1981 el Centro Editor de América Latina, esta vez en su nueva colección de Capítulo: Historia de la Literatura Argentina, publica un fascículo dedicado a las “Literaturas Marginales”, pero referido solamente a la Argentina, escrito nuevamente por Jorge B. Rivera.
  • en 1985 se realiza en Barcelona la “Exposición de Humor Argentino”, cuyo catálogo cuenta con una introducción analítica de Juan Sasturain;
  • también en el año 85 se edita el Libro de Fierro Especial Oesterheld, con reimpresiones de los trabajos del maestro desde 1952 hasta 1964, también con un estudio preliminar de Sasturain;
  • coincidiendo con este especial, por la misma época aparece, sin firma, la tercera parte de El Eternauta, con algunos dibujos de Solano López y guion del italiano Ongaro (de dudosa calidad), que no tiene nada que ver con Oesterheld. Sin embargo, este aparece como personaje de la historieta;
  • en 1988, Hyspamérica comienza a publicar una colección titulada Grandes Humoristas Argentinos, la que consta de un libro semanal con obras de artistas como Fontanarrosa, Caloi, Landrú, Viuti, Crist, Sendra, Garaycochea, Tabaré, Grondona White, Liotta, Yacaré y otros grandes;
  • hacia fines de la década aparece un nuevo valor de la historieta nacional. En 1989 empieza a publicar en Skorpio uno de los más reconocidos dibujantes del “cómic negro” o dark de la actualidad, a nivel mundial: Leonardo Manco;
  • también en 1989, Clarín y Aguilar editan en forma conjunta un libro con la recopilación de las mejores tiras de El Loco Chávez.
A fines de la década, en un reportaje en el que se le pregunta a Quino qué hubiese sido de Mafalda si hubiera vivido, ya adulta, en la Argentina de ese momento, responde: “Nunca hubiera llegado a adulta. Estaría entre los desaparecidos.

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