Con el inicio de la década se produce un fenómeno que influirá decisivamente en la historieta nacional, y que se da a partir de la consolidación de la revista Superhum®, suplemento de Hum®, que aparece a mediados de 1980, con el asesoramiento creativo de Carlos Trillo, Guillermo Saccomanno y Juan Sasturain, que querían una revista con material exclusivamente argentino, a diferencia de las otras publicaciones de Record, y que se caracterizará por la originalidad y una profunda calidad y creatividad. Juan Sasturain, en una nota de los primeros números, manifestaba la necesidad de convertir a nuestra realidad nacional en “materia aventurable”, o sea que toda historieta debía desarrollarse en un ámbito que reflejara no sólo la identidad sino también la “geografía”, el “ambiente” cotidiano, que los lectores reconocieran y con el que se identificaran.

Este proceso de “localización” que, podemos decir, se cristaliza con Superhum®, en realidad había comenzado el 2 de enero de 1980, en la última página de Clarín. Ya desde los años sesenta, gracias a la última página de Clarín, los argentinos habíamos adquirido la costumbre de empezar a leer el diario por atrás, atraídos por la excelente calidad de las historietas que allí se nos presentaban. Pero el material, casi en su totalidad, era extranjero. Los setenta comienzan a incorporar cada vez más manifestaciones de historieta argentina, y este histórico 2 de enero, con el reemplazo de la casi prehistórica “Mutt y Jeff” de Fischer por “Teodoro y Cía.”, de Viuti, la contratapa de Clarín pasa a estar escrita, dibujada y firmada íntegramente por argentinos, con escenarios argentinos y problemas argentinos, reconocibles y palpables por los argentinos de los ochenta. Así, «...la contratapa pasó a ser LA OTRA TAPA, con los mismos temas pero otra mirada, tan significativa como la estrictamente periodística (...) con una serie de mensajes fuertemente marcados por la autoría e indisolublemente ligados al resto del diario, casi incomprensibles sin él...»[vi] De esta forma, complicidad e identificación, y no evasión, es lo que busca el lector frente a este “compacto” de tiras, que queda conformado así: “El loco Chávez”, de Trillo / Altuna; “Teodoro y Cía.”, de Viuti; “Diógenes y el linyera”, de Tabaré; “Clemente y Bartolo”, de Caloi; “De la crónica diaria”, de Dobal y los cartoons de Fontanarrosa, Crist y Aldo Rivero. Además, en el cuerpo del diario comienzan a aparecer las caricaturas políticas de Hermenegildo Sábat, ilustrando las noticias más importantes, y en la revista dominical se incorpora en forma fija, a partir de este mismo mes, la página “El Humor de Quino”, que sigue hasta la actualidad. Con este hecho, Clarín se convierte en el medio periodístico que albergará durante la década a los más grandes historietistas del país: Quino, Sábat, Fontanarrosa, Crist y Caloi, y esta es, indudablemente, una de las razones por las que ganó el mote que todavía ostenta: “el gran diario argentino”.
Con los años, de a poco naufragan las intenciones de Superhum®. A principios del año 83 se “politiza” demasiado y la llegada de la democracia la hace “virar” hacia el destape, por lo que se convierte en una revista más y, a mediados de la década, desaparece sin pena ni gloria. Pero, indudablemente, abre un camino indiscutible de calidad y compromiso.
Otro intento editorial respetable, aunque poco duradero, se da entre noviembre y diciembre de 1983 con la aparición de Cuero, revista quincenal dirigida por Oscar Steimberg y Roberto Rollie. Con sólo 3 números ya apunta a un público más “adulto”, con ingredientes de ciencia ficción pesada, novela negra y otras innovaciones, sobre todo en el campo del erotismo o de una insinuada pornografía, hecho que no debe sorprendernos si recordamos que el comienzo de Cuero coincide con el desbloqueo de la censura que se produce a partir del reinicio tan postergado de la democracia en la Argentina, con el gobierno de Raúl Alfonsín.

«En las entregas de Fierro la historieta -ya definidamente ‘para adultos’ por su temática y su lenguaje- alcanza una temperatura creativa que sólo se había esbozado en anteriores proyectos editoriales. Algo ha ocurrido, indudablemente, (...) en este nuevo mensuario que se presenta en los quioscos con tapas diseñadas, con un nuevo sentido de la ilustración (...) De modo sugestivo y ambivalente, la revista se subtitula ‘Historietas para sobrevivientes’, y algo de eso ocurre, en realidad».[vii]
Podemos mencionar, entre lo mejor que publicóFierro, “La batalla de las Malvinas”, con guion de Barreiro y dibujos de Macagno, Pedrazzini y Pérez; “Evaristo”, de Sampayo y Solano López; “Sudor Sudaca” y “Europa en Llamas”, de Sampayo y Muñoz; “Ficcionario”, de Altuna; “War III”, de Barreiro y Juan Giménez; “Metrocarguero”, con guion de Enrique Breccia y dibujos de Mandrafina; “El cazador del tiempo” y “El Sueñero”, íntegramente de Enrique Breccia; “Museo” de Sasturain y Patricia Breccia; “Sperman”, de Fontanarrosa y la revolucionaria “Perramus”, de Sasturain y Alberto Breccia, en la que aparece como personaje Jorge Luis Borges, que llega incluso a ganar el Premio Nobel de Literatura, que nunca ganó en la vida real.
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